La aplicación de carillas dentales generalmente es un procedimiento mínimamente invasivo y no doloroso. En algunos casos, puede ser necesario limar una pequeña cantidad del diente, pero se utiliza anestesia local para garantizar la comodidad del paciente durante el procedimiento.

Las carillas cerámicas pueden durar entre 10 y 15 años o más, con un cuidado adecuado. Las carillas de resina, dependiendo de los hábitos y cuidados del paciente, suelen durar entre 5 y 7 años.

La odontología mínimamente invasiva es un enfoque que busca preservar la mayor cantidad posible de estructura dental natural, utilizando técnicas y materiales específicos desde el diagnóstico hasta el tratamiento. Herramientas de magnificación, como lupas o microscopios, son esenciales para lograr precisión y minimizar la eliminación de tejido dental sano.

Los pacientes que buscan mejorar la apariencia de sus dientes corrigiendo manchas, pequeñas desalineaciones, espacios o desgaste son candidatos ideales para las carillas dentales. Es importante que los dientes estén sanos y el paciente mantenga una buena higiene bucal.

Las carillas dentales se pueden quitar cuando sea necesario, ya sea para reemplazo, ajuste o reparación. La odontología mínimamente invasiva prioriza la conservación del diente durante este proceso, utilizando herramientas de visualización específicas, como lupas o microscopios, para precisión y seguridad. Se utilizan herramientas como ultrasonido, láser o herramientas rotativas de grano fino para minimizar el impacto en el esmalte y garantizar la comodidad del paciente.

El mantenimiento de las carillas dentales es similar al cuidado de los dientes naturales, con cepillado regular, uso de hilo dental e higiene bucal. Sin embargo, se requiere un cuidado adicional para asegurar su durabilidad. Ten cuidado al limpiar alrededor de las áreas donde se colocan las carillas, ya que los chorros de agua a alta presión pueden dañar la superficie de las carillas. Evita hábitos como morderte las uñas, masticar objetos duros o usar los dientes para abrir paquetes, ya que pueden causar fracturas. Además, evitar el contacto directo entre los dientes, como en el caso del bruxismo, es esencial, ya que puede dañar tanto los dientes como las carillas.

El costo de las carillas dentales puede variar dependiendo de factores como el material utilizado (resina compuesta o porcelana), la complejidad del caso, cualquier tratamiento previo necesario y la experiencia del profesional.
Las carillas de resina compuesta suelen ser más asequibles, ya que se fabrican directamente en la boca del paciente en una sola sesión. Las carillas de porcelana cuestan más porque se personalizan en un laboratorio, ofreciendo mayor durabilidad, resistencia y estética superior.
Además, pueden ser necesarios tratamientos previos, como restauraciones o ajustes de la mordida, antes de colocar las carillas, lo que puede afectar el costo final. Se recomienda realizar una consulta con el dentista para planificar detalladamente y recibir un presupuesto personalizado.

El proceso comienza con la simulación y el plan de tratamiento, que debe desarrollarse junto con el dentista para satisfacer las necesidades específicas del paciente. Antes de colocar las carillas, es esencial realizar una rehabilitación oral, abordando posibles caries, restauraciones o problemas más complejos si es necesario.
Para casos más simples, donde solo se requieren restauraciones menores, el proceso se puede completar en dos o tres visitas. La primera incluye la planificación, moldeado y simulación; la segunda prepara los dientes e incluye carillas temporales; y la tercera finaliza la colocación y los ajustes.
Para casos más complejos, como contorneado de encías, correcciones de mordida o rehabilitación extensa, el número de visitas puede variar. El tiempo total de tratamiento depende de la evaluación individual y la planificación para asegurar un resultado estético y funcional ideal.